Estas fotos son de la primera vez que subimos al Foxo. Supimos de él por
Xoan Gonzalez ALonso, ahora esta restaurado.
Hay distintos tipos de foxos de lobos, trampas para cazar lobos. Los naturales, aprovechamiento de estructuras naturales como desfiladeros, precipicios, estrecheces rocosas, fosos de convergencia en donde se acosaba al lobo hasta hacerlo precipitarse al vacío, como en Francia, Crôt du Charnier. ; en pozos hechos en los lugares de paso del lobo y cubiertos con maleza en donde se le daría muerte al apedrearlos; los fosos con una cabrita en el interior donde el lobo puede entrar pero no puede salir, foso de cabrita; y los fosos de de cruz en donde el lobo es acosado entre uno de los cuatro espacios que quedan entre los cuatro muros hasta caer al pozo que se encuentra en el lugar de unión de estos cuatro muros. Los foxos de cruz tienen cuatro entradas al pozo. El de Ardexaxe tiene otras cuatro entras o caídas al pozo, sus cuatro muros en forma de aspa hacen cuatro espacios distintos en anchura.
Supimos de este foxo en Ardexase por Xoan Gonzalez ALonso, pues sabe lo que nos gusta documentar estas cosas tan importantes del pasado. Hacía unos meses que habíamos documentado el de Chaguazoso y pendiente el de Mones.
Tuvimos que esperar, por culpa de la lluvia, para subir y el sábado pasado pudimos hacerlo. La caminata fue larga y de mucha subida pero con la ventaja de que no había maleza. Al llegar al lugar Entre Cabezas, situado entre O Picoto y Outeiro do Picoto nos encontramos con el primer muro en muy mal estado, lo seguimos hasta llegar a lo que parecía ser el pozo, este estaba entre altas retamas y uces. Mi marido entro en el y dijo que se aprecia la circunferencia que tenía y parte de las piedras que habrían formado su pared.
También Vicente Risco nos cuenta uno ocurrido en Trives O lobo da xente.
"Un caso se Lycantropia (o home - lobo)"
Merece la pena leerlo completo
Os foxos dos lobos son trampas para cazar y dar muerte al lobo, en una época en la que eran abundantes y el ganado era un medio de subsistencia muy importante para el hombre. Las batidas las hacían los vecinos de los pueblos haciendo mucho ruido para dirigir al lobo entre los muros hasta terminar en el pozo.En algunos pozos se habían clavado estacas afiladas para que al caer el lobo se hiriera y muriera. También en algunos casos uno de los cazadores bajaba al pozo para enfrentarse al lobo y darle muerte y luego pasearlo por las plazas de los pueblos, como hacían también los alimañeros.
Los muros ya no tienen la altura que tendrían en otro tiempo cuando el lobo corría intentando escapar de sus perseguidores, sin saber que su final era un pozo del que no podría salir.
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Vista do foxo desde As Pigarreiras |
Los motivos del lobo, un hermoso poema de Ruben Dario, merece la pena leerlo.
.El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡Está bien, hermano Francisco!
¡Cómo! ?exclamó el santo?. ¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: ¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar.
Francisco responde: En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
-Está bien, hermano Francisco de Asís.
-Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: -He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. -¡Así sea!,
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
-En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote -dijo-, ¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
-Hermano Francisco, no te acerques mucho…
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: Padre nuestro, que estás en los cielos…